Los chicos ya arrancaron las clases y durante ésta época, una alimentación saludable es fundamental para lograr no sólo un crecimiento y desarrollo óptimos sino también tener un buen rendimiento escolar. Además, es una etapa de la vida en que los hábitos saludables adquiridos repercutirán en la salud a corto, mediano y largo plazo.
Los niños en la actualidad tienen un gran protagonismo en la selección, compra y consumo de alimentos. Disponen libremente de dinero para comprar snacks o golosinas en los kioscos durante la jornada escolar y no tiene un control de la familia en la decisión de qué comer y beber.
La alimentación es un factor que afecta la capacidad para aprender y el rendimiento escolar. Un niño con carencias nutricionales es muy probable que tenga un retardo en el crecimiento y un menor coeficiente intelectual. Un niño que está en ayunas o varias horas sin ingerir alimentos nutricionalmente completos tiene menos capacidad para resolver problemas, retardo en la reacción frente a estímulos, menor capacidad de retención y memoria, y aplican métodos inadecuados para resolver los problemas o tareas del colegio.
En las últimas décadas cada vez más escuelas tienen un programa de alimentación ya sea el almuerzo escolar, la merienda o la copa de leche. Dejando de lado el tema presupuestario y la calidad de alimentos que brindan, lamentablemente no alcanza, ya sea porque muchas veces lo que consume en la escuela es la única comida o si el resto de las comidas que se realizan en el hogar son carentes nutricionalmente. Es necesario hacer un enfoque integral incluyendo a toda la familia para tratar de paliar la situación.
Quien no come bien, no aprende bien. Un niño mal alimentado hoy, será un adulto con menos oportunidades laborales!
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