Pergamino despide en estas horas a una de sus figuras más queridas y respetadas: Juan Carlos “Tito” Friguglietti, quien falleció a los 89 años dejando una huella profunda en la vida política, social y comercial de la ciudad. Histórico dirigente peronista, comerciante de alma y vecino de costumbres simples, Tito supo construir un legado que atraviesa generaciones.
De trato amable, memoria prodigiosa y una sensibilidad poco común para relatar las historias de su tiempo, “Tito” atribuía su apodo “a la especial manera que encontraron mis padres para llamarme, sin otra razón más que el cariño”.
Pergaminense desde siempre, amante del tango, profundamente identificado con su barrio y con las raíces del peronismo local, Friguglietti fue protagonista de múltiples momentos. Quienes tuvieron la oportunidad de escucharlo, recuerdan su disposición para compartir anécdotas cargadas de la riqueza de los años y de la intensidad con la que vivió cada desafío, siempre en sintonía con sus convicciones.
Como comerciante, construyó una referencia ineludible en la ciudad: Fotorama, uno de los negocios más emblemáticos en el rubro de la fotografía.
Hijo mayor de Carlos Friguglietti y María Victoria Deroche, creció junto a sus hermanos Roberto, Néstor y Mary. “Nací en el barrio Acevedo”, solía recordar con orgullo.
A los 26 años se casó con Irma Noemí Susán, compañera de camino y sostén de una familia que fue su mayor orgullo. Juntos tuvieron tres hijos: Ricardo, Manuel y Marisa. Su hogar fue siempre un punto de encuentro donde convivían el trabajo, la política, la música y la calidez de lo cotidiano.
La muerte de “Tito” deja un vacío enorme entre compañeros, amigos, vecinos y familiares, pero también un legado profundo: el de aquellos pergaminenses que hicieron de la honestidad, la participación y el esfuerzo un modo de vida.
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