El Kanga es un vecino que, desde adolescente, le ha dedicado su tiempo al trabajo. Con una infancia muy linda junto a sus padres, Berta y Juan, y con su hermano, que desde chicos se criaron en el restaurante que tenían en San Nicolás y Pinto.
En la actualidad, es padre y abuelo y sigue ligado al mundo del boxeo y de los medios de comunicación. En diálogo con SEMANARIO EL TIEMPO hizo un completo recorrido de su vida, desde quién lo introdujo en el periodismo, de su camino con grandes referentes del boxeo nacional e internacional y de su agradecimiento a quiénes lo apoyaron durante todo este tiempo.
¿Qué lo motivó a empezar a dedicarse al boxeo?
Primero tengo que contar que el mundo del periodismo siempre me llamó la atención gracias a mi tío, Carlos Bonet, desde ahí comencé a realizar varios programas dedicados al deporte.
Luego, a los 23 años, era el anunciador de los festivales de boxeo en La Usina y Rubén Loyola, que era un ídolo acá, fue quien me insistió para que sea el promotor, manager y entrenador, y me indujo a meterme en todo este mundo. Si bien, al ser anunciador, estaba actualizado con todo lo que tenía que ver con el boxeo, no era fácil meterse en el ambiente, pero lo hicimos y comenzamos.
El primer festival lo hice con él, que fue el 5 de noviembre de 1973, y desgraciadamente, a los meses falleció luego de una pelea, en febrero de 1974. Fue una locura lo que sucedió, era mi amigo y andábamos juntos para todos lados.
¿Cómo fue meterse en el mundo del boxeo?
Tuve mucha suerte. Junto al Negro y a Carlos Flores Burlón aprendí mucho y nos hicimos juntos.
Yo tenía 28 años y en el 77 ya estaba en el mítico lugar al que todos querían llegar, el Luna Park, donde ya estaban todos los mejores pesos pesados: Monzón, Galíndez, Locche, Uby Sacco y yo, un empleado bancario (entre risas). Siempre tuve la idea de aprender y vino el encargado del gimnasio del Luna, que era Don Carlos Irusta, y me dice “vení que vamos a hablar con Tito Lectoure”, me llevó a la oficina y lograron que empiece a entrenar con el Negro en el gimnasio de ahí.
¿Cómo ha sido su recorrido en esta disciplina?
En este mundo la verdad que tuve la posibilidad de conseguir muchos títulos, como también conocer a grandes personalidades como por ejemplo: al Chino Maidana, del cuál fui parte de su equipo un tiempo, al manager de Mohammed Ali y al de Ray Sugar que era Angelo Dundee.
Y, con respecto a los títulos, conseguí 24 sin contar las defensas. Si cuento las defensas del título, paso los 55.
El Negro Flores tuvo un total de 115 peleas profesionales, ganó tres coronas, fue Campeón Argentino, Campeón Latino del Consejo, un título norteamericano, todo en tres categorías distintas: mediano, medio pesado y crucero.
Saqué 24 campeones, entre los de Pergamino y los que venían de afuera, que me contrataban para que yo los entrenara.
Anahí Sanchez es la única que tiene cuatro títulos mundiales en toda latinoamérica y estaría casi convencido que en el mundo ninguna llega a dicha cantidad. Anahí es puro récord.
¿Considera que cumplió todas su metas o le quedan cosas por concretar?
La verdad es que cumplí todos mis sueños, lo único que me queda es ganar un título del mundo afuera con Anahí, que dicho sea de paso está a punto de pelearlo, y voy camino a eso. Esa es nuestra meta, queremos ir y ganar el título fuera de Argentina, porque en el país ganamos todo, pero en el mundo peleamos en los lugares más grandes, queremos ganarle a Katie Taylor que es la supercampeona.
Por último quiero agradecer a mis hijas Luciana y Verónica, a mi esposa Cristina que no la tengo desde hace 18 años, y a mis dos yernos Agustín, que está conmigo en el boxeo y a Federico. A mis tres nietos: Denisse, Damián y Emilia, que son mis soles y me dan fuerza para seguir todos los días. También a todos mis amigos y quiero agradecer a las autoridades y auspiciantes, que si no fuera por ellos no habría boxeo.
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