Rancagua, uno de los pintorescos pueblos del partido de Pergamino, se encuentra a tan solo 18 kilómetros de la ciudad cabecera, lo que lo posiciona como parte del primer anillo de localidades cercanas junto a Manuel Ocampo, Pinzón, Fontezuela y J. A. de la Peña.
Su proximidad a la ciudad ha generado, desde siempre, un constante movimiento de personas entre ambos lugares, con un flujo que en los últimos años se ha intensificado en ambas direcciones. Esto se debe, en gran parte, al creciente interés de los citadinos en buscar la tranquilidad del campo para sus fines de semana o incluso para establecer su hogar, combinando el trabajo en la ciudad con una vida más apacible en un entorno rural como el de Rancagua.
Origen del nombre y desarrollo
El nombre “Rancagua” tiene sus raíces en la lengua mapuche y significa “lugar en que hay cañas” o simplemente “cañaveral”. Este pequeño pueblo surgió alrededor de la estación de la Compañía General de Ferrocarriles en la Provincia de Buenos Aires (C.G.B.A.), un ramal que unía la Capital Federal con la ciudad de Rosario, y que fue habilitado en 1911. Como en muchos casos similares, las compañías ferroviarias asignaban nombres a las estaciones que no siempre estaban relacionados con la historia local, sino más bien con homenajes cuyo origen a veces resulta difícil de desentrañar.
A partir de la instalación de la estación, el pueblo comenzó a desarrollarse con la apertura de diversos comercios que atendían las necesidades de la entonces numerosa población rural. En ese mismo año de 1911, se fundó la Escuela N° 54, un claro indicio de las urgentes necesidades de una comunidad en pleno crecimiento.
A lo largo de los años, Rancagua ha conservado su identidad rural, a la vez que ha sido testigo de importantes hitos en su historia. Entre ellos, destaca la fundación de una de las bibliotecas más antiguas del partido de Pergamino, después de la Pública Municipal “Dr. Joaquín Menéndez”.
Un lugar de paz
Aunque el pueblo parece inmerso en una calma inquebrantable, el inicio de la semana trae consigo esa carga de obligaciones y tareas pendientes que a menudo acechan en nuestra mente. Sin embargo, la tranquilidad del entorno y la cálida bienvenida que ofrece este lugar se imponen a cualquier sensación de estrés. Desde la entrada al pueblo, marcada por dos altas columnas que saludan a locales y visitantes, hasta el trayecto de dos kilómetros que conduce al corazón del pueblo, el ambiente rural se hace evidente. Galpones antiguos, tractores estacionados, paradas de colectivo componen un paisaje que invita a la desconexión del ritmo acelerado de la ciudad.
Uno de los edificios más emblemáticos es la antigua estación del ferrocarril Belgrano. Este edificio, con sus puertas y ventanas azules y su galería ornamentada, es testigo de la importancia que el tren tuvo en el desarrollo del pueblo. Aunque hace más de 45 años que el tren dejó de funcionar, la estación se ha mantenido como un lugar de encuentro, ahora albergando el Centro de Jubilados y Pensionados, donde los vecinos mayores se reúnen para compartir momentos de esparcimiento.
La actividad agrícola, el motor del pueblo
La vida en Rancagua está marcada por su profunda conexión con la actividad agrícola ganadera, que en las últimas décadas ha visto una predominancia de la agricultura. Este sector es el principal motor económico del pueblo, generando empleo y movimiento comercial para muchos de sus habitantes. Empresas cooperativas como la Cooperativa de El Arbolito y Agricultores Federados Argentinos S.C.L. tienen presencia en Rancagua, destacándose como importantes actores en la economía local.
Educación de excelencia y el club como centro social
El aspecto educativo también juega un papel central en la vida de Rancagua. La articulación del Jardín de Infantes N° 906 “Mi sueño”, la Escuela Primaria N° 54 “Tierra del Fuego” y el Instituto Comercial Rancagua, ofrece a los niños y jóvenes del pueblo un camino de excelencia educativa. Este último, además, ha sido responsable de importantes iniciativas culturales, como la publicación de “Artesanos” y “Canopus”, y la organización de encuentros artísticos con pintores de todo el país, bajo el título “Rancagua, capital de la utopía”.
La vida social del pueblo se centra en el Club Argentino Social y Deportivo, institución que ha sido pilar en la promoción del deporte y la cohesión social de la comunidad. Asimismo, la Casa de la Cultura, ubicada en el edificio de la antigua estación ferroviaria, es otro centro de expresión cultural que refleja el carácter comunitario de Rancagua.
Rancagua es un lugar donde la historia, la cultura y la tranquilidad se entrelazan, ofreciendo a sus habitantes y visitantes un refugio lejos del bullicio urbano. Aunque su economía sigue ligada al campo, su identidad se nutre de una rica vida comunitaria que valora tanto sus tradiciones como las nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo. Para quienes buscan un lugar donde la vida transcurra a un ritmo más pausado, sin renunciar a la conexión con la ciudad, Rancagua se presenta como una opción inmejorable.
En una reciente entrevista, ...
En una reciente asamblea ...
En un esfuerzo por fomentar ...
El medio periodístico ...
Copyright © 2025 El Tiempo de Pergamino