Este proyecto cinematográfico nació de una inquietud de sus directores, quienes se preguntaron: ¿Qué habrá pasado con los pueblos y sus habitantes en aquellos lugares donde dejaron de pasar los trenes?
A partir de esta premisa, decidieron construir una zorra, similar a las que antiguamente utilizaban los peones ferroviarios para inspeccionar las vías, y salir a capturar imágenes de la región agrícola, sus estaciones y sus habitantes.
Entre las locaciones elegidas para el rodaje se encuentra Pergamino, con su ferrocarril y el Ferromuseo de la Asociación de Preservación Ferroviaria (APREF), lo que le otorga un fuerte vínculo con la ciudad.
La película fue declarada de Interés Municipal y cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el área de cultura de la Provincia de Santa Fe.
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