La mayoría de los concejales ratificaron anoche su negativa de hacer lugar a una audiencia pública solicitada a partir del polémico proyecto del Ejecutivo Municipal, que busca modificar de raíz el rol del Estado y la prestación de los servicios, bajo el paraguas de una reforma denominada “ gerente municipio”.
La decisión nunca fue tan clara y precisa: no escuchar a los ciudadanos. O al menos, escucharlos, pero cuando los legisladores oficialistas lo consideran y crean conveniente.
Entonces, durante la sesión que comenzó ayer, pero no terminó, cuando una concejala de La Libertad Avanza -que posibilitó el quórum y sus dos compañeros de bloque inmediatamente se alejaron inclusivamente de su banca- intentó hacer uso de la palabra, el público presente pagó con la misma moneda: decidió no escucharla. O no la dejó hablar, que es prácticamente lo mismo.
Esos ciudadanos se comportaron con la concejala de la misma forma que ella se comportó con ellos. Punto y aparte.
Hacer foco exclusivamente en la cuestión del gerenciamiento de los servicios municipales es el árbol que no deja ver el bosque.
El proyecto de ordenanza que ahora el oficialismo buscará aprobar el próximo lunes está basado en una trama mucho más peligrosa que es la concentración del poder público en una única persona: el intendente municipal. Quien, además y como dato mayúsculo, se encuentra avanzando en la plena negociación para ser legislador nacional en las elecciones del año próximo. ¿Es esa la causa de tanto apuro para “sacar” la ordenanza?
La concentración del poder público en una sola persona es soberanamente problemática porque desalienta la participación de minorías y aumenta el sentimiento de alienación hacia el sistema político.
La democracia se basa en el principio fundamental de la distribución equitativa y el equilibrio de poder entre las instituciones y los actores políticos. Sin embargo, cuando el poder se concentra en una sola persona, como anhela el intendente, surgen serios riesgos que amenazan los cimientos mismos de la democracia de la patria chica.
De ese modo se activa la erosión de los mecanismos de control que son esenciales para un gobierno democrático, lo que abre la puerta más temprano que tarde al abuso de poder, corrupción y transgresiones porque no hay suficiente vigilancia para contrarrestar acciones arbitrarias.
Para mantener una democracia sólida y saludable en nuestra ciudad es esencial garantizar la distribución equitativa del poder y fortalecer los mecanismos de control y rendición de cuentas. No hay secretos ni es complejo comprenderlo. Tampoco existe otra forma de procurar salvaguardar los principios fundamentales de la democracia y evitar los peligros que conlleva la concentración excesiva de poder.
Es democrático y saludable convocar a una audiencia pública. Es sano y de buen testimonio escuchar y no similar ordena porque complica todas las tragedias que hoy sufre la humanidad.
Los gobernantes se deben supuestamente a la ciudadanía, pero no la respetan. En vez de dar el ejemplo, contribuyendo a empeorar los tres graves problemas que azotan al mundo: el egoísmo, la apatía y la avaricia.
Imposible poner punto final a algún de tipo de reflexión sobre la sesión interrumpida de ayer sin condenar y repudiar la agresión sufrida por el dirigente Germán Kohl. Toda la solidaridad para con él y que la Justicia esclarezca y condene a los responsables de este episodio. Penosamente, este hecho, no es aislado, sino un reflejo del momento político que padece el país y ahora también nuestra ciudad, donde se advierte como nunca que la violencia es de arriba hacía abajo.
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