Se acercan momentos decisivos en el ámbito político de Argentina, y Pergamino no es la excepción. El año 2025 será testigo de dos elecciones que, aunque similares en su naturaleza, se desarrollarán bajo modalidades distintas a las de 2023. Ya no habrá más elecciones primarias (PASO), pero sí un desdoblamiento que permitirá elegir en diferentes momentos del año a los legisladores nacionales, provinciales y municipales, tras la decisión del gobierno de la Provincia de Buenos Aires de anticipar y desdoblar estas elecciones.
La desilusión se cierne sobre la sociedad argentina, y en Pergamino esta sensación es palpable. En las recientes elecciones provinciales, se ha observado una notable disminución en la participación electoral, lo que refleja un desencanto generalizado con el sistema político. Con la proximidad de los nuevos comicios, las alianzas entre partidos comienzan a formarse, al tiempo que emergen desavenencias y controversias. Las lealtades juradas pueden quebrarse, y aquellos que antes mostraban desacuerdo podrían verse unidos por un temor compartido ante lo incierto.
En nuestra ciudad, se elegirán concejales y también diputados provinciales, según lo establecido por el cronograma electoral. Para muchos ciudadanos, esta puede ser la primera vez que voten más por sus representantes locales que por los seccionales, dado que la conexión con estos últimos suele ser más tenue, a menudo fragmentada por las alianzas que buscan posicionarse en el contexto electoral.
Sin embargo, las grandes estructuras partidarias parecen priorizar la conveniencia en su lucha contra adversarios provinciales, ignorando la realidad de cada localidad. Esta desconexión amplía la brecha entre la política y los ciudadanos, que continúan alejados y desilusionados con un sistema que, por años, no ha logrado satisfacer sus necesidades. La grieta que divide a la sociedad no es más que un cambio de nombres en un mismo conflicto, que persiste y se ahonda.
Es momento de reconocer que la política no puede seguir en la misma dirección de siempre. Si los contubernios y acuerdos tras bambalinas fueran sustituidos por consensos verdaderos, podríamos encontrar el camino hacia el desarrollo efectivo de Pergamino y su gente.
En cuanto al gobierno de Javier Martínez, que tras casi diez años apela a las convicciones de las huestes de Javier Milei para lograr un cambio, hay una necesidad urgente de sincerarse. El que gane debe celebrar, pero el que pierda debe integrarse a una transformación real que la ciudad tanto necesita, habiendo perdido una década en la que solo se ha ofrecido un cambio superficial.
El gobierno de Pergamino necesita de una "zamarreada" política e intelectual. El deterioro en todas las áreas es evidente, y es imperativo que convocar a ex intendentes, concejales y funcionarios a dialogar sobre la visión de la ciudad no sea una opción, sino una prioridad. Falta una planificación a largo plazo que contemple cómo será el futuro de sus ciudadanos, cómo se financiará el estado municipal y qué calidad de vida se espera.
El tiempo es un factor crítico, y no podemos permitirnos más dilaciones. La política local debe despertar y actuar. No podemos esperar hasta 2027; la hora de la acción es ahora.
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