Antes de la presentación, Alfonsín fue recibido por el vicedecano de Exactas, José Olabe, quien acompañaba a Eduardo Recondo en a conducción de la Facultad
Ante un aula repleta, precedieron a Alfonsín como expositores: Roberto Fernández Prini, profesor de la FCEN y entonces director del INQUIMAE; Mario Albornoz, que había sido Secretario de Ciencia y Técnica de la UBA; y el diputado socialista y ex presidente de la FUA en 1958, Guillermo Estévez Boero.
Llegado su turno Raúl Alfonsín optó por describir el contexto internacional y nacional en el que se desarrolló la Reforma. “¿Qué pasaba en el mundo en el 18? Terminaba la guerra, estaba haciendo su primera experiencia el comunismo en lo que sería la Unión Soviética. El genio de Wilson creaba una Sociedad de Naciones que garantizaría los tiempos de paz en el mundo. Podemos dar también un marco nacional: Yrigoyen presidía la Nación, la democracia se había asentado en el país, eran realidades concretas el respeto a la Constitución y la búsqueda de la igualdad a través de una concepción krausista, conceptos que prácticamente llevaba implícita la idea de la Reforma Universitaria”.
Y como todos los oradores que lo precedieron, Alfonsín aprovechó la historia para saltar en el tiempo. “¿Cuál es el marco internacional hoy? Yo diría que estamos asistiendo hoy a un mundo que, por una parte, da la razón a los estudiantes que en el 18 plantaron las bases de la Reforma Universitaria. Porque hoy ya no hay economista que dude de que mucho más importante que los recursos naturales para el desarrollo de un país son, los recursos humanos. En un mundo que también está demostrando muy claramente que para el desarrollo es más importante la mente que el músculo”.
Coincidiendo con sus predecesores, Alfonsín miraba el escenario de los noventa con perplejidad, “no sabemos si son los cambios anticipatorios de que hablara Fromm para evitar que la historia de la humanidad siga siendo una crónica de cementerios de civilizaciones o si, en realidad, estamos ya inmersos en un proceso catastrófico”.
Alfonsín denuncia la “concepción neoconservadora de la noción del Estado” que por los años noventa se difundía por el planeta propiciando “un Estado desertor que sólo se puede ocupar legítimamente de los problemas de la seguridad pública. Un Estado que, desde luego, fomenta y provoca la creación y la aparición de insolidaridades en la sociedad (…) y que conspira contra la movilidad social. Esa movilidad vertical que es la que apuntala la democracia”.
Alfonsín consideró inevitable el enfrentamiento del pensamiento neoconservador con la Universidad de la Reforma. “Y tenemos que prepararnos para defender con la mayor inteligencia posible esta Universidad de la Reforma porque defender la Reforma es defender la Democracia.”
“Nuestro estilo de democracia es buscar sociedades solidarias, es trabajar por la igualdad, es trabajar también por nuestro futuro, (…) por una Argentina solidaria y fraterna”, definía Alfonsín poniendo un freno a la duda metódica: “con la llegada de la democracia se generan una cantidad de opciones. Y aquí llega la duda y está bien la duda, pero hay ideas que no pueden ser sometidas a esta duda; entre ellas están los basamentos de esta Reforma Universitaria”.
“En consecuencia yo pienso que cada estudiante, cada muchacha y cada muchacho, no tiene que tener dudas acerca del cumplimiento de su deber en esta realización. Y nos va a tocar a nosotros, a los políticos, los profesores e investigadores de esta casa, a los panelista que estamos acá y a muchos como nosotros, no fallarles y acompañarlos, no para que vayan a una lucha sin sentido, sino para que, simplemente, a través del esfuerzo común, vayamos garantizando lo que ellos garantizaron para nosotros. Setenta y cinco años de la Reforma Universitaria significan generaciones que lucharon por la Universidad de la Reforma”, sentenciaba Alfonsín.
Terminadas las exposiciones comenzaron las preguntas en las cuales los temas universitarios se fueron mezclando con la política nacional, el liberalismo económico, los condicionamientos del Fondo Monetario Internacional, la reforma constitucional y el menemismo.
El público se fue retirando, los embelesados admiradores de Alfonsín, los críticos que repartían volantes recordando las leyes de Punto Final o la hiperinflación, pero en su conjunto privó un clima de respeto por quien, al igual que sus sucesores en la Presidencia de la Nación, tuvieron el mérito de expresar los anhelos sociales mediante el voto popular, sin proscripciones, ni cárceles, ni censuras. Una práctica retomada en 1983 que llegó para quedarse.
Fuente: Cable Semanal 713
https://exactas.uba.ar/alfonsin-y-la-reforma/
FOTO: DE izquierda a derecha: Simón Lázara, Raúl Alfonsín y José Olabe.
Este martes por la tarde, el ...
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