Sin respuestas, sin luz y con un hijo recién operado, Noelia Hernández recorre oficinas, hace llamados y acumula promesas incumplidas. La falta de empatía institucional la obliga a vivir en la oscuridad, mientras su hijo necesita cuidados urgentes y su casa ya fue robada. El reclamo por el medidor eléctrico se vuelve una lucha contra la indiferencia.
Noe Hernández vive en una zona periférica de Pergamino y atraviesa una situación límite. Su hijo, de apenas unos años, fue operado tres veces del riñón en el Hospital Garrahan. Mientras se prepara para un nuevo viaje médico, enfrenta una urgencia doméstica que se vuelve insostenible: la Cooperativa Eléctrica aún no le ha reinstalado el medidor de luz, a pesar de haber cumplido con los pagos y trámites requeridos.
“Antes de viajar al Garrahan fui a pedir que me volvieran a poner el medidor. Me hicieron pagar la bajada y un plan de cuotas. Me dijeron que en quince días me lo traían. Les pedí por favor, porque mi nene iba a ser operado otra vez. Me prometieron que no me preocupara. Pero nunca vinieron”, relató Noelia a PRIMERA PLANA
Desde hace semanas, intenta comunicarse con la Cooperativa sin éxito. Recorrió oficinas, hizo llamados, pidió hablar con responsables. Pero la respuesta fue siempre la misma: “No es nuestra zona”, “Tenés que ir a Tierra y Vivienda”, “Acá no corresponde”. Finalmente, la derivaron a la Secretaría de Desarrollo Urbano, donde se gestionan los certificados necesarios para acceder al servicio eléctrico.
“Hoy fui a Socios y Conexiones. Me dijeron que no tenían nada que ver. Que lo mío lo maneja Tierra y Vivienda. Pero no tengo movilidad. Recién el lunes voy a poder ir. Les pedí por favor que me llevaran el medidor. Me dijeron que no se ocupan de esa zona”, explicó.
La situación se agrava por la inseguridad y las condiciones precarias en las que vive. Sin luz, su hijo no puede recuperarse adecuadamente. Y la casa, sin energía ni vigilancia, ya fue robada.
“No puedo tener a mi nene así. No puedo tenerlo con una vela. Ya me entraron a robar lo poquito que tenía. Estoy desesperada. El mes que viene tengo que volver a viajar al Garrahan. Mi hijo necesita la luz”, expresó Noelia, la madre del pequeño Ian..
El reclamo apunta directamente a la Cooperativa Eléctrica de Pergamino, que según Noe, no le brinda respuestas claras ni soluciones concretas. La burocracia, los traslados entre oficinas y la falta de empatía institucional agravan una situación que ya es crítica.
“Hoy hablé con una persona de ahí, le expliqué lo de mi hijo, y me mandaron otra vez a calle San Martín. Pero yo ya había ido, ya llevé el papel. No entiendo por qué me mandan de nuevo. Por eso la bronca”, concluyó.
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