Josefina es una vecina de nuestra ciudad que a lo largo de su vida tuvo claro su objetivo: poner mucho empeño y dedicación al trabajo.
Ella es la dueña de la confitería "El ideal", junto a Susana Trotta, un emblemático lugar que cuenta con 97 años de historia. En diálogo con SEMANARIO EL TIEMPO, Josefina, a sus 82 años, hace un recorrido por toda su vida, desde su infancia en el campo y Barrio Acevedo, hasta cómo está integrada su querida familia y cómo se registró la marca de los reconocidos Alfajores Pergamino.
¿Cuáles son los recuerdos de tu infancia?
Una infancia muy linda, vivimos en el campo hasta mis 4 años, en la estancia de Luis Coste, luego fuimos al Barrio Acevedo. Recuerdo que con mi hermana, Adelina, nos sentábamos a la hora de la siesta a comer mandarinas debajo de dos árboles enormes. Además, había plantas de durazno, damasco, naranja y limón, como también todo tipos de hierbas y condimentos.
Mi mamá era ama de casa, cuidaba de nosotras y me ayudó mucho con la crianza de mis hijos. Por otra parte, papá era bombero y trabajaba cuando el cuartel estaba en Merced entre Pinto y Echevarría.
¿Cómo comenzó a trabajar en la confitería "El Ideal"?
A los 12 años, cuando terminé 6to grado en la Escuela N°1, no quise continuar con el estudio, en aquella época no era obligación seguir con la secundaria, por eso mi madre me dijo: "o estudiás o trabajás".
Un día salimos a pasear con Adelina, que me cuidaba mucho, y pasamos por la puerta del local donde tenía un letrero chiquito que decía que precisaban empleada. Entré y me pidieron los datos y, como conocían a mi abuela que era una de sus proveedoras, me tomaron.
El trabajo era una locura, diferente a lo que es hoy, se servían helados, se molía café, se hacían sandwich de miga y servicios de lunch. Me encargaba de todo eso.
¿Cómo pasó a ser un negocio familiar?
Adolfo le vendió la confitería a Alfredo, su hermano, que tenía dos hijos (Marcos y Carlitos) que trabajaban ahí. Al tiempo, me puse de novia con Marcos y para papá y mamá fue tremendo porque salía con el hijo del dueño. Ellos me dijeron que si tenía interés en mí, que se presente en casa. Él accedió, fue y lo aceptaron.
Con él estuvimos mucho tiempo de novios y nos casamos, luego él falleció a los 52 años y no quería ir más al negocio, pero mi hija insistió. Como me llevaba bien con Carlitos y Susana, su esposa, volví a trabajar. A los dos años, Carlitos falleció y quedamos como dueños: don Alfredo, Susana y yo.
En aquel entonces, la confitería estaba en malas condiciones y la levantamos gracias a la ayuda de Sáez, Lambré, Sánchez y Ayestarán, ellos eran nuestros proveedores. Por ende, el negocio empezó a marchar despacio, pero bien.
¿Cómo surgió el nombre “El Ideal”?
José Maureso, que es el precursor de todo esto, viajó a Buenos Aires a buscar cosas para adornar el negocio y compró frascos y carameleras de vidrio enormes, que son las que tenemos en los mostradores, en una confitería donde remataban todo por cierre. Justamente, se llamaba "La ideal", entonces creemos que gracias a ese lugar, Maureso le puso ese nombre.
¿Y el Alfajor Pergamino?
El Alfajor Pergamino es del 12 de junio de 1926. Lo trajo Maureso de España a Pergamino y empezó a hacerlo, la tapa de pura yema que se pega con dulce y se baña en fondant, el tradicional. Estamos registradas, ningún alimento de este rubro puede usar el nombre Pergamino.
¿Considera que cumplió todas sus metas o le quedan cosas por concretar?
Estoy muy feliz con mi presente, ya cumplí con todo, tengo un bisnieto, tengo seis nietos, ¿qué más voy a pedir de la vida? Estoy lúcida, puedo manejarme sola, para mí es un placer. Mi vida fue de mucho trabajo y sacrificio, de salir adelante, de una lucha constante y ahora me puedo dar un gusto después de haber trabajado tanto y, a mis 82 años, aún vengo al negocio, a seguir con mi rutina, aunque me digan o recomienden que no venga, yo sigo siendo fiel porque me encanta.
No quiero dejar de agradecer a todas las personas que nos ayudaron, a las que siguen ahí. Por supuesto, a mi familia y a Susana. También a Mamondi que es el confitero desde hace 50 años más o menos y a Ramona, que son los que me ayudan desde siempre para que esté todo siempre en armonía y nos complementemos entre todos.
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