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 Viernes 11 de Abril de 2025

La solidaridad existe

A veces es bueno, escapar un poco de la “locura” de transitar este siglo, sus cambios y sus hechos ininteligibles, para detenerse en esas “pequeñas cosas” que, como decía Serrat: “son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas…”

 

Y vamos a la anécdota que tiene que ver con un hecho solidario, sabido es que la solidaridad es una de las virtudes humanas que nos llevarán a buen destino.
El pasado viernes, en un restaurant ubicado unas cuadras antes de llegar al Cruce de Caminos, ocurrió un hecho que protagonizó un grupo de docentes jubilados de nuestro medio… allí estaban, celebrando uno de sus tantos reencuentros nostálgicos, amistosos y amorosos.
Cenaron y la velada transcurrió en forma normal extendiéndose mas de lo previsto por la charla entretenida y el afecto de compañeros de muchos años en convivencia con la actividad.
A la hora de retirarse, uno de ellos, recientemente operado por una fractura de cadera, al levantarse de la mesa (quizá por el tiempo transcurrido en la misma posición), sintió un dolor en el lugar afectado que le impidió movilizarse. A pesar del esfuerzo de sus compañeros, el profesor no logró caminar y solo llegó a una silla cerca de la salida en donde se sentó nuevamente.
De inmediato acudió un joven que había atendido al grupo como empleado del lugar y lo asistió, aclarando que algo conocía, ya que acababa de rendir su ultima materia y recibirse de médico, sin tener aún ni la matrícula ni la residencia que, con tiempo, lo llevara a la especialidad deseada.
La preocupación y atención del joven sorprendió a los docentes, siendo este novel “galeno” quien le indicó al “doliente” lo que podía hacer, en el momento, para moderar ese dolor, con un tono muy cauto, ya que aun no ejerce la profesión, aclarando este hecho con el mejor respeto.
Los “viejos” docentes nos permitieron que diéramos su nombre, Federico Polola, en un merecido acto de reconocimiento y por la demostración de amor al otro que mostró en su acción.
Mientras tanto sus compañeras de trabajo miraban expectantes y con la mayor paciencia y aval, ya que se acercaba la hora de cerrar el lugar.
Cabe aclarar que, a los pocos minutos, al docente afectado lo paso a buscar su hijo quien lo traslado a su auto, también ayudado por un empleado del sitio gastronómico.
Agregamos que el docente se encuentra bien, con mucho agradecimiento por la actitud de Federico que quedará instalado en la memoria de los profes que admiraron su actitud.
Solo para destacar este acto de un joven que costeó su carrera trabajando como “mozo” y dejó clara su sensibilidad que, seguramente, tendrá en el ejercicio de su futura profesión.
A veces “despotricamos” en contra de la falta de solidaridad de la gente; aplaudamos entonces cuando, como en este caso, certificamos que el amor existe y se demuestra de esta manera.


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