Comienzos de un sueño
Corría 1971 cuando una joven profesora de educación física, Liliana Davreux, recién recibida y cargada de títulos y cursos, decidió iniciar una aventura que marcaría un antes y un después en Pergamino. Con el apoyo de su familia y un pequeño galpón cedido por su abuela en Pinto 662, nació el primer gimnasio particular de la ciudad. El “Gimnasio Azul” -llamado así por el color de la alfombra- fue pionero en ofrecer clases de gimnasia localizada y correctiva, especialmente pensadas para niños y adolescentes.
El espacio fue creciendo con el tiempo, y a ese primer salón se sumó luego el Gimnasio Rojo, que incorporó una novedad en aquellos años: clases para hombres. De a poco, la propuesta fue ampliándose y consolidando la idea de que la actividad física debía estar al alcance de todos, sin importar la edad ni la condición.
Primera pileta climatizada
La llegada de Graciela Davreux y de Guillermo Calcagno, ambos profesores de educación física, significó un paso fundamental. Con entusiasmo y visión de futuro, Calcagno impulsó la construcción de la primera pileta climatizada de Pergamino y la zona. Un desafío que parecía enorme para la época, pero que terminó transformándose en un verdadero faro de innovación.
En esa pileta se formaron nadadores competitivos, aprendieron a flotar bebés de apenas seis meses, se lanzaron a nadar adultos que nunca se habían animado, y también se crearon espacios de rehabilitación y de entrenamiento. El agua se convirtió en sinónimo de vida y de salud, un legado que todavía late fuerte en cada brazada.
Innovación constante
Si algo caracterizó siempre al Instituto Davreux fue su capacidad de anticiparse a las tendencias. Supo incorporar con éxito las licencias internacionales de Les Mills, que revolucionaron las clases grupales con propuestas como Body Combat, Body Pump, Body Balance, Body Attack o RPM. También abrió las puertas a disciplinas como pilates, esferodinamia y K-Stretch, la novedosa hamaca postural que mejoró la calidad de vida de muchos alumnos.
La hidroterapia y la gimnasia terapéutica acuática marcaron otro hito: allí donde la medicina encontraba límites, el agua ofrecía una alternativa. Personas con problemas de movilidad, con lesiones en la columna o con dolencias crónicas recuperaron fuerza, elasticidad y confianza. Muchos de ellos aún hoy siguen entrenando, fieles a una institución que les dio la posibilidad de volver a caminar, a moverse, a sonreír.
Para cada etapa de la vida
El Instituto nunca dejó de crecer y adaptarse a los tiempos. En un mundo atravesado por el estrés y la exigencia, Davreux se convirtió en refugio y en remedio. Allí conviven el adulto mayor que busca sostener su independencia en la sala de musculación, el joven que libera energías en una clase de combate, el niño que aprende a nadar jugando, y el adulto que encuentra en el pilates o en el stretching una forma de reencontrarse consigo mismo.
La oferta actual incluye clases grupales, musculación, natación en todos los niveles, actividades terapéuticas y recreativas, siempre bajo la premisa de que el cuerpo y la mente deben cuidarse de manera integral.
Promociones y beneficios
Como cada año, septiembre llega con promociones para que más personas se sumen. Existe un plan libre que permite acceder a ocho actividades (RPM, Body Combat, Full Body, Stretching y Esferodinamia, Stretch Fit, Pilates Reformer y K-Stretch), más sala de musculación, y quienes abonan natación tienen acceso gratuito al gimnasio. Los “Sábados activos” son una oportunidad para entrenar en doble turno o disfrutar de la natación libre por la tarde.
Más que un gimnasio
Al mirar hacia atrás, estos 54 años hablan de mucho más que de ejercicios, aparatos o técnicas. Hablan de una comunidad que aprendió a valorar la importancia de la actividad física como pilar de la salud y la calidad de vida. Hablan de los sueños de una joven profesora que, con amor y perseverancia, derribó gallineros para levantar un gimnasio. Hablan de un equipo de docentes, kinesiólogos y profesionales que pusieron el conocimiento al servicio de la gente.
El Instituto Davreux es hoy parte de la historia viva de Pergamino. En sus espacios resuenan las risas de los niños, los esfuerzos de los atletas, los aplausos en las competencias y las palabras de aliento que se transmiten de generación en generación. Cada socio, cada alumno y cada familia que pasó por allí lleva consigo una huella imborrable.
Celebrar 54 años es celebrar la vida misma: la fuerza, la resistencia, la salud y la alegría que Davreux supo sembrar en la ciudad. Y, sobre todo, es recordar que los grandes sueños nacen de pequeños gestos, de un galpón improvisado, de un gallinero derrumbado, de la convicción de que el movimiento es la mejor manera de honrar la existencia.
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