Hace algunos días se cumplieron 40 años de la fundación de la Liga Nacional de Básquetbol, el hito que revolucionó la historia del deporte argentino y marcó el camino hacia la profesionalización del baloncesto en el país. En este contexto de celebración y memoria, resulta inevitable recordar a aquellos equipos que dejaron una huella imborrable en la competencia.
Entre ellos se destaca Gimnasia y Esgrima, el “Lobo”, que tuvo el honor de ser el único representante de su ciudad en la elite nacional durante seis temporadas consecutivas, un logro que hasta el momento no ha sido igualado. Además, fue semillero de talentos que años después formarían parte de la célebre “Generación Dorada” del básquet argentino.
En esta fotografía de la temporada 1989-1990, se inmortaliza a uno de los planteles más recordados de la institución. De pie aparecen: Guillermo Allende, Barry Gardner, Martín Enrique, el utilero “Palito” Forcat, Rick Suttle, Carlos Gallo, Juan Pablo Rosarola y “Pepe” López. Hincados, completan la postal: Julio Ariel Rodríguez, Federico Paterlini, Mauricio Musso, Javier Garello y Carlos Calvo. Al frente del equipo estaba el entrenador Juan Carlos Alonso, quien supo conducir a este grupo en tiempos de máxima competencia.
Hoy, a cuatro décadas de aquel punto de partida para el básquet argentino, el recuerdo de estos equipos no sólo emociona a los hinchas, sino que reafirma el valor de aquellos pioneros que soñaron con un básquet de nivel profesional y dejaron una marca para siempre
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