La ciudad de Pergamino ha sido durante décadas un referente en la industria de la confección en Argentina, destacándose por la calidad de sus productos y la capacidad de su mano de obra. La historia de esta tradición confeccionista se remonta a los años 40, con la fundación de la empresa ANNAN, establecida por una familia local. Iniciando su trayectoria en la producción de pantalones y ropa de trabajo, ANNAN logró rápidamente la licencia de la conocida marca internacional Manhattan, ampliando su influencia en el mercado local.
En las décadas del 50 y 60, ANNAN creció significativamente, empleando a alrededor de 2000 personas y utilizando tecnología avanzada para la época. Con el auge de las oportunidades comerciales, se estableció una nueva planta en la provincia de Tucumán, demostrando el creciente potencial de la industria en la región. Además, ANNAN integró procesos innovadores, como el lavado de ropa y cuero, fomentando el desarrollo de otras empresas productoras que se establecieron en Pergamino durante los años 60 y 70. Entre estas, destacaron marcas internacionales como Fiorucci, Wrangler, Levi’s, y Lee, así como empresas locales como Jure, Abda, Rasuck, Dinardo, Sterlicchio, Deglegue, Raies, Batch y otras, que empleaban entre 100 y 800 operarios cada una.
Este crecimiento fue impulsado por la facilidad de acceso a una mano de obra calificada, pero conforme las oportunidades se agotaron, el desarrollo se extendió a los partidos cercanos, como Arrecifes y Capitán Sarmiento, gracias a la llegada de nuevas empresas.
Sin embargo, a inicios de los años 70, ANNAN enfrentó dificultades y se desmanteló. Para ayudar a sus ex trabajadores, ofreció maquinarias para iniciar pequeños talleres de producción, dando lugar a un sector de "fasoneros". Este auge se dio entre 1975 y 1988, ocupando entre 50 y 80 personas por taller, y surgieron nuevos nombres de emprendedores locales como Valenza, Mehardi, Atia, Lourenco, Boleta, Lasagna, Balbi, Raña, Querede, Elizalde, Ganem, Franconi, Torres, Fernández, Amué, Risode, González, Actis, Chale, Fram, Guidetti, Di Trento, Damore, Catillo, Anias, Rajal, Bustos, Iglesias, Julio, Porta, Corvo, Vecino, y muchos otros. Con la apertura de la economía a principios de los 90, estos talleres enfrentaron desafíos competitivos frente a productos importados, especialmente de Brasil y Asia.
El sector confeccionista, que había crecido con fuerza, comenzó a debilitarse, con el cierre de empresas emblemáticas como Levi’s y Fiorucci, lo que hizo que los pequeños talleres se subdividieran, generando una estructura empresarial más precaria. Aunque estos microtalleres fueron fundamentales en la producción, la falta de capacitación en administraciones y comercialización llevó a un análisis crítico de la situación.
En 1998, se fundó la Cámara de Confeccionistas de Pergamino, que anteriormente funcionaba como subcámara de la Cámara de Comercio e Industria de Pergamino. Este fue un paso crucial para fortalecer la representación del sector en la región. En 2001, la Secretaría de Producción de la Municipalidad de Pergamino trabajó con la Asociación de Confeccionistas para consolidar un ente que atendiera las necesidades del sector. Desde entonces, la industria ha continuado evolucionando. Entre las marcas confeccionadas en Pergamino se encuentran nombres destacados como Alfi, Ana Grant, y Aguacate, que representan un continuo legado de calidad y creatividad.
El 22 de agosto de 2003, se inauguró la primera Central Tecnológica de Servicios de la Industria de la Indumentaria Argentina, un esfuerzo notable para desarrollar un "clúster" industrial que fomentara el crecimiento con valor agregado. Apoyado por la provincia, la Embajada de Italia y el I.N.T.I., este centro ha ofrecido tecnología, capacitación y gestión al sector. Sin embargo, la falta de continuidad en estos esfuerzos ha generado inquietudes sobre su efectividad.
Con el tiempo, la industria enfrentó la dura realidad de la devaluación del peso en 2002, lo que transformó la competencia internacional a favor del mercado argentino. Pero a pesar de la recuperación inicial, nuevos desafíos han surgido desde 2015, con una caída en la demanda y una inflación desmedida, afectando la capacidad de los confeccionistas para competir.
La cadena de valor textil en Argentina es rica y abarca no solo la producción, sino también la generación de empleo. En Pergamino, se estimó que más de 6.500 personas trabajaban en la industria de la confección, representando el 12% de la población económicamente activa local. Además, es el principal empleador femenino , lo que resalta su importancia social y económica.
A pesar de la tradición y el potencial de la industria en Pergamino, se enfrenta a una competencia desequilibrada provocada por políticas económicas y fiscales inadecuadas. Con una carga impositiva que supera cualquiera de as del mundo , muchas empresas luchan por mantenerse a flote frente a la importación de productos con costos significativamente menores.
El sector está en un cruce de caminos que demanda atención inmediata por parte del gobierno, y los empresarios locales son conscientes de los riesgos que enfrentan. La Cámara de Confeccionistas de Pergamino ha iniciado propuestas para abordar estas cuestiones, buscando diálogo interinstitucional para promover el crecimiento y la sostenibilidad de la industria.
La historia de la confección en Pergamino es un relato de resiliencia, innovación y comunidad. La industria ha resistido la prueba del tiempo, desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un pilar fundamental de la economía local. Sin embargo, para asegurar un futuro brillante, es crucial que las autoridades reconozcan la necesidad de políticas que apoyen y promuevan esta vital industria, resguardando así miles de puestos de trabajo y el legado de miles de confeccionistas que se consideran "hacedores" en el arte de la confección.
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