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 Lunes 04 de Noviembre de 2024

Héctor 'Tito' Atie, el pergaminense que desapareció hace 59 años

Héctor Oscar Atie fue un joven de veintiún años que desapareció junto a 67 almas más durante un viaje de instrucción que tenía como destino a Estados Unidos pero jamás llegó porque el avión en el que iba, perteneciente a la Fuerza Aérea Argentina desapareció en la frontera entre Costa Rica y Panamá.

 

Su sueño de estudiar aviación  para ser paracaidista se vio trunco y desde entonces su familia y el resto de los familiares de los otros cadetes debieron vivir años de ocultamiento y mentiras por parte de la Fuerza Aérea.

Recién en democracia hubo intentos por reanudar la búsqueda a partir del 2008 pero luego de cinco expediciones no hubo mayores avances.

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Este domingo se cumplen 59 años de la desaparición del avión en el que viajaba aquel 3 de Noviembre de 1965 el cadete pergaminense.

Su madre, Cidi Thomé lo esperó hasta el último día de su vida y su hermana Mercedes Atie, nunca dejó de buscar respuestas sobre qué fue lo que pasó.

Alguien que siempre recuerda a Hector “Tito” Atie es Juan Terzaghi, quien fue su compañero en la etapa de escuela secundaria. En una reciente radio abierta que compartió junto a su hermana Mercedes, recordó la memoria de “Tito”,  quien fuera su compañero desde primero hasta quinto año de la secundaria, y consideró que “es un desaparecido más pero no producto de la represión sino producto de la ineficacia y la barbaridad de abandono de una de las fuerzas armadas que es la aviación de nuestro país” agregó que “el ‘negrito’ Atie, era un compañero que daba gusto charlar con él, estábamos horas charlando”.

Además, “fui una de las últimas personas por casualidad en estar con él en la terminal” recordó.

Con respecto a esta alocución que tuvo hace unos días en el club Desiderio, Terzaghi reconoce: “No lo pensé, me salió así repentinamente la figura de nuestro compañero ‘el negrito’ Atie, si me preguntas su nombre de pila, no lo recuerdo porque para nosotros era ‘el negrito’ y nunca jamás significaba algo discriminatorio, todo lo contrario era el querido compañero que ocupaba siempre el primer banco del salón con su humildad, su carácter jovial con todos, jamás lo vi enojado o discutiendo, gozaba del respeto y cariño que recibía de todos nosotros, siempre con buenas notas en todas las materias”.

Sobre los tiempos posteriores a los estudios secundarios recordó que “cuando el grupo emprendió su futuro, partimos en diferentes direcciones, algunos a La Plata otros a Buenos Aires, en facultades y especialidades que íbamos a desarrollar. El negrito se fue a Córdoba a la Escuela de Aviación Militar”.

Continuó relatando que “fueron pasando algunos años y yo que no lo había visto más, lo encuentro en la terminal de ómnibus que en esa época estaba en calle San Nicolás y Gral. Paz, estaba cambiado físicamente había desarrollado su cuerpo ya no era el chiquito menudo que conocíamos con la alegría de siempre luego de un abrazo de compañeros que se aprecian, me comento que se había recibido de alférez y que viajaba para emprender el viaje de egresados que significaba visitas a distintos países del mundo, su entusiasmo era la manifestación de alguien que siente que va a poder concretar su sueño”.

“Yo viajaba a Buenos Aires donde trabajaba e intentaba estudiar derecho, me fui feliz de ver el inicio de una vida que podría elaborar su futuro, y de ese encuentro que me había permitido abrazar al negrito, que se convertía en un aviador militar nada menos”. Rememoró emocionado.

Con respecto a cómo impactó la noticia del accidente en él, “sentí la noticia del accidente y fui a comprar el diario para saber qué había ocurrido leí que iban dos aviones y que uno había desaparecido, cuando busque el listado de los que iban en el avión que había aterrizado, me entró un gran dolor en la otra lista estaba el negrito” recuerda.

Con respecto a las diferentes hipótesis que se fueron barajando a lo largo de los años, reconoció que por entonces, “comenzaron las declaraciones y versiones de toda índole”.

“Las primeras eran que el piloto de la aeronave había reportado que venía con un incendio en uno de los motores, que el avión estaba sobrecargado, luego comenzó la historia de donde había caído, si en el mar o en sierras en Centro América de carácter selvático” además recordó que también se habló sobre “excursiones de búsqueda de familiares que en la desesperación de encontrarlos, se internaron en terrenos selváticos sin obtener nunca ningún indicio”.

“Se inventaron historias, una más inverosímiles que otras. Había que desviar la responsabilidad de los que estaban a cargo del operativo y de los reclamos que por lógica se producirían sobre la Fuerza Aérea” analizó.

“Muy parecido a lo ocurrido con el submarino hace poco”, expresó, haciendo referencia al hundimiento del Submarino ARA “San Juan”.

Terzaghi se atreve a calificar a esa generación que compartieron con “Tito” Atie, como “esa generación que discutía todo, que proyectaban un país distinto una sociedad que había que construir un hombre nuevo”.

“El negrito tiene un lugar en nuestros corazones frente a la injusticia y el autoritarismo del poder corrupto que segaron la vida de tantos jóvenes de una generación que todavía estamos pagando” concluyó.

Los hechos:

El avión modelo Douglas DC 4, denominado TC – 48 (por sus siglas de Transporte y Carga)  desapareció el 3 de Noviembre de 1965. La tripulación estaba integrada por 9 miembros, a los que se sumaban 5 oficiales y 54 cadetes, totalizando así 68 ocupantes.

El 2 de noviembre la aeronave emprendió vuelo hacia Panamá con escala técnica en Guayaquil (Ecuador); y al otro día, debían cumplir el trayecto entre la base Aérea de Howard y el Aeropuerto de San Salvador (El Salvador), cubriendo una distancia de unos 1150 km que le insumirían unas 3:45 h de vuelo.

Tras la formación de cadetes y oficiales, se procedió al embarque. Así a las 05:43 despega el T-43 y a las 05:49 hace lo propio el TC-48. Ambas aeronaves seguirían la misma ruta, conocida como "Mike", habiéndose fijado una altitud de crucero de 6500 pies (2145 m).

Ambas aeronaves mantienen esporádicos contactos radiales. A las 06:27 el TC-48 reporta a la torre de Panamá que se encuentra sobre la posición "Mike-5" sin novedad con altitud de 6500 y rumbo a San Salvador.

Las condiciones meteorológicas para la primera parte de la ruta no eran las mejores. El pronóstico indicaba turbulencia severa, fuertes lluvias y visibilidad de muy limitada a cero. A partir de este momento comienzan a surgir una gran cantidad de informes cruzados, donde no coinciden horarios, datos supuestamente aportados por los pilotos del TC-48 y muchos comentarios que nunca han podido ser verificados plenamente.

Por un lado hay quienes indican que el radio-operador del TC-48 emitió a las 06:36 la siguiente comunicación: “...Tegucigalpa, Tegucigalpa, TC-48, fuego motor tr...tres, a...zaje inmediato...” Esta supuesta comunicación solo permite establecer que había fuego en el motor tres y que procedía al aterrizaje o amerizaje, ya que no se pudo determinar qué palabra se empleó. Si está chequeado que la situación le fue notificada al T-43. El TC-48 no recibió ninguna respuesta de Tegucigalpa ni de Howard donde aparentemente intentó comunicarse para informar de su situación.

La última comunicación se sucede a las 07:05 cuando el TC-48 informa que sobrevolaba Bocas del Toro, con rumbo hacia la pista de Puerto Limón donde ya se había declarado la emergencia y eran movilizados bomberos y ambulancias a la espera del avión. Un reporte que nunca ha sido reconocido oficialmente, indica que el T-43 recibió la última comunicación donde se informaba que estaba a 40 millas de la costa, con 500 m de altitud, imposibilitado de mantener la línea de vuelo y que se aprestaba a amerizar. Según otros dichos, también reportaron problemas eléctricos que dificultaban la lectura del radiocompás. Desde entonces no hubo más comunicaciones y allí comenzó el misterio del TC-48. Una de las hipótesis establece que cayó en la selva, pero también pudo haber caído en el mar.

Cabe destacar que por ese entonces no existían las cajas negras y que el aeropuerto de Puerto Limón no era lo que es actualmente y probablemente ni siquiera estaba señalizado.

Lo único cierto es que tanto la Fuerza Aérea como el Estado Argentino en su conjunto están en deuda con los familiares de los 68 pasajeros que no pudieron tener un último adiós de sus familias ni la justicia que deberían haber tenido.



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