El Tiempo de Pergamino

Política
 Lunes 17 de Febrero de 2025

Por Enrique Illia

En un país en el que la desigualdad es tan importante no podemos quedar en discusiones y debates superficiales.

Gran parte de lo que se trata en medios, redes, se caracteriza por demonizar a personas u organizaciones, atribuyendo responsabilidades sobre el bien o el mal, siempre el responsable es otro...

Entran en esta categoría políticos, artistas, partidos políticos, corrientes ideológicas, religiones, publicaciones, programas.

Se utilizan calificaciones y descalificaciones (desmesuradas) de difícil demostración y/o comprobación, se realizan generalizaciones, no se toleran ni permiten debates.

Esta forma de tratar la realidad, confunde, aleja a los ciudadanos de cualquier forma de participación, es un método maniqueo y manipulador, deslegitima y desinforma.

Esta forma aleja el debate de ideas y propuestas.

Esta forma no permite tratar ninguno de los temas serios que requieren análisis, desarrollo, desmenuzar los componentes y variables.

Esta forma lleva a imponer "verdades" indemostrables.

A partir de "un caso" se generaliza y se atribuye a cualquier conjunto, atributos del caso.

Esta forma lleva a descomponer la realidad en partes, para elegir la que permita sostener determinado relato y generalizar.

Sostenemos que la realidad es demasiado compleja como para tratar los temas con superficialidad y de manera parcial, las personas y familias están muy lejos de recibir lo básico para desarrollarse.

Las personas y las familias son impactadas por múltiples variables en la que el modelo político, económico y social, junto al entorno, tiempo, lugar, ambiente, son el ámbito de posibilidades para tener o no oportunidades para desarrollarse.

Los problemas no son individuales ni personales, los problemas son las decisiones politicas que impactan en la población.

Corresponde analizar todos los recursos, la organización de la sociedad, en que clima de convivencia e integración social se convive, como se distribuye lo que se produce, quiénes se apropian de los bienes y quiénes quedan afuera.

Distintos sectores y actores se dejan arrastrar por estas disputas, se identifican más con los desacuerdos que con los acuerdos.

Se instaló este tipo de disputa y pelea polarizando a la población sobre lo anti. 

Este clima de pelea ocupa la agenda pública, desplazando el debate sobre cuál es la forma para mejorar la calidad de vida 

Para tener cierto grado de racionalidad debemos buscar los datos disponibles, usar los mismos con la relatividad de saber que la información es parcial e incompleta.

Lo más difícil es buscar, encontrar, trabajar acuerdos.

Existe consenso sobre la debilidad política que genera la fragmentación y dispersión no sólo de la población, sino también de recursos, sectores, organizaciones.

En este escenario nos desempeñamos, esta pelea instalada desnuda carencias, creencias, pasiones, distorsiones, no van a desaparecer, hay que dejar que se ocupen los que sostienen la pelea.

Para no ser parte de las disputas debemos con responsabilidad realizar el mejor diagnóstico posible evaluando como se organiza la producción, como se distribuyen los recursos, e iniciar un debate sobre la forma de organizar la producción y distribución de bienes.

Lo que está en el centro del debate es si aceptamos el libre mercado y la competencia para que se encarge de la distribución y asignación de recursos o se necesitan acuerdos consensos, reglas, normas, un estado que regule, actúe de arbitro para tomar desiciones sobre formas de producción, desarrollo y distribución.

Para tranformar las causas de la desigualdad se necesita un plan político ordenador, progresista, que proponga con los recursos disponibles crecer, desarrollarnos y distribuir, desde esa voluntad y decisión política se impulsarán las reformas políticas, económicas e institucionales para cambiar las formas de generación y distribución de recursos.



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