Esta vez, sobrevoló a muy baja altura la Escuela Primaria N° 56 de Francisco Ayerza, en pleno horario de clases y obligó a evacuar a todo el establecimiento.
Cuatro maestras resultaron intoxicadas con ardor en ojos, garganta y piel, en un nuevo episodio que desnuda la falta de control municipal frente a la presión de los productores.
“Lo que pasó fue gravísimo: el avión pasó tan bajo que parecía que iba a chocar con el techo. En segundos, el aire se volvió irrespirable”, describió una de las docentes afectadas.
No es un hecho aislado. Los vecinos aseguran que estas prácticas son habituales: “Siempre fumigan cerca, después prenden fuego para disimular el olor y nadie hace nada. Es como vivir en tierra de nadie”, se quejó un habitante del paraje.
Cabe recordar que la Corte Suprema estableció una prohibición que impide fumigar a menos de 1.095 metros por tierra y 3.000 por aire de zonas habitadas.
Sin embargo, esa normativa se viola sistemáticamente en Pergamino, donde la balanza siempre parece inclinarse a favor del negocio agrícola.
La Policía Federal se presentó en el lugar y la abogada ambientalista Sabrina Ortiz tomó intervención.
La causa recayó en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (U.F.I. y J.) Nro. 6 del Departamento Judicial Pergamino, un cambio de órbita que preocupa a docentes y organizaciones, que temen un tratamiento más laxo que el que venía teniendo en el fuero federal.
“Si hasta las escuelas quedan a merced de los venenos, ¿qué queda para el resto de la comunidad?”, se preguntaban ayer, con indignación, los vecinos.